Esto también daría la razón a los vegetarianos por razones morales, y a los filósofos yoguis y budistas, que siempre sostuvieron que matar animales es un crimen, y que su sensibilidad no es tan diferente de la nuestra.
Conciencia al Natural:
El tronco cerebral puede orquestar las bases de la conciencia
Por Bruce Bower
En Octubre de 2004, el neurocientífico Bjorn Merker empacó su videocámara y se unió a cinco familias para pasar una semana juntos en Florida, que incluyó muchas visitas al jardín infantil de las delicias conocido como Disney World. Para Merker, sin embargo, el viaje no era de vacaciones. Con el permiso de los padres, fue a observar y documentar la conducta de un niño de cada familia que había nacido con la pérdida del 80% de su cerebro, aproximadamente.
CEREBRO INTERNO
Estudios en animales y observaciones de niños nacidos con la pérdida de la mayor parte de la capa exterior del cerebro, o corteza, sugiere que el tronco cerebral genera una forma fundamental de pensamiento consciente. Aquí, el corte de un cerebro humano normal muestra la corteza plegada sobre el tronco cerebral (en el cuadro)
W. Krutein / Photovault.com
Estos niños, de 1 a 5 años de edad al momento de su aventura en Disney, habían sufrido ataques cerebrales siendo fetos, o habían experimentado otros problemas médicos poco después de su nacimiento, que habían destruido casi toda la capa exterior del cerebro, o corteza. En esta rara condición, llamada hidranencefalia, el fluido cerebroespinal llena los huecos dentro de la cabeza del niño.
Tales chicos mueren a menudo durante el primer año de vida como resultado de apoplejía, parálisis cerebral, anormalidades pulmonares, y una variedad de otras enfermedades físicas. Con medicación apropiada y la instalación de cánulas para drenar fluidos de la caja craneana, sin embargo, algunos individuos viven 20 años o más.
Los neurólogos típicamente ven a la hidranencefalia como una sentencia anatómica de "estado vegetativo" de por vida. Tales niños supuestamente validan una ecuación brutalmente simple: Poca o ninguna corteza es igual a no conciencia de ninguna clase.
En actividades familiares observadas en el Reino Mágico y en todas partes, los niños rápidamente echaron dudas sobre esa presunción estándar. Merker notó que estos niños sin corteza, no verbales, permanecieron alertas la mayor parte del día. Ellos reaccionaron a lo que ocurría alrededor de ellos y expresaron una variedad de emociones. La boca de una niña de 3 años de edad se abrió ampliamente, y su cara brilló con una mezcla de alegría y excitación cuando sus padres colocaron a su hermanito bebé en sus brazos.
Los chicos mostraron buena audición pero visión limitada, un patrón curioso dado que ellos típicamente retienen pequeñas partes de la corteza visual, pero ninguna de la corteza auditiva.
En observaciones en la casa de cada niño, Merker notó que estos chicos reconocían a los familiares adultos, gustaban del entorno familiar, y preferían juguetes específicos, músicas, o programas de video. Aunque sentados con movilidad limitada, algunos niños adoptaron iniciativas de conducta, tales como aprender a activar un juguete moviendo una llave.
En el Febrero de Ciencias de la Conducta y del Cerebro, Merker, un neurocientífico independiente en Segeltorp, Suecia, describió cómo los logros de estos chicos se relacionan con conductas registradas en estudios previos de funcionamiento cerebral humano, y de animales luego de la remoción del córtex. Su análisis generó una propuesta provocativa: La conciencia básica del mundo interno y externo de uno depende del tronco cerebral, el a menudo pasado por alto cilindro de tejido situado entre el cordón espinal y el córtex.
Merker argumenta que el tronco espinal es la base de una forma elemental de pensamiento consciente en niños con hidranencefalia. También contiene estructuras auditivas capaces de preservar la audición en algunos niños sin córtex. En contraste, el daño del nervio óptico en hidranencefalia frecuentemente impide la visión, sin importar lo que el tronco cerebral haga.
La autoconciencia y otras formas "elevadas" de pensamiento pueden requerir de contribuciones corticales. Pero Merker propone que la "conciencia primaria", que él considera como la habilidad de integrar sensaciones del medio ambiente con las metas y sentimientos inmediatos propios en orden de guiar a la conducta, surge del tronco cerebral.
Si él está en lo correcto, virtualmente todos los vertebrados - que comparten un diseño similar del tronco cerebral - pertenecen al club de "conciencia primaria". Además, las definiciones médicas de muerte cerebral como una falta de actividad cortical podrían enfrentar un serio desafío. En último término, los médicos no podrían seguir asumiendo que los individuos con hidranencefalia no necesitan medicación para el dolor o anestesia durante procedimientos médicos invasivos.
"Estar consciente no es necesariamente ser autoconsciente," dice Merker. "El consenso tácito concerniente al córtex cerebral como 'el órgano de la conciencia'... puede ser, de hecho, un serio error."
Drenaje cerebral
Las raíces de la tesis de Merker surgieron hace más de 50 años, en la sala de operaciones de los neurocirujanos canadienses Wilder Penfield y Herbert Jasper. Los cirujanos fueron pioneros en la remoción de largas porciones de córtex como tratamiento para una severa, incontrolable epilepsia. Para identificar y evitar dañar a áreas cerebrales aún en funcionamiento, Penfield y Jasper mantuvieron a sus pacientes despiertos durante la cirugía y administraron solamente anestesia local.
Varias habilidades mentales sufrieron durante y después de las operaciones, dependiendo del sitio y la extensión de la pérdida neuronal. No obstante, los pacientes mantuvieron una corriente continua de pensamiento consciente, según descubrieron Penfield y Jasper.
En el curso de la estimulación eléctrica de varias áreas cerebrales durante la operación, para identificar áreas claves funcionales, ellos notaron que la corriente aplicada en puntos correctos pueden producir todas clases de ataques, excepto una - el así llamado "epilepsia ausente," caracterizado por una súbita pérdida de conciencia durante unos pocos segundos. Sobre la base de lo que ellos conocían del cerebro, los investigadores teorizan que las estructuras dentro y justo arriba del tronco cerebral, típicamente disparan la epilepsia ausente y colaboran con el córtex para regular el pensamiento consciente y actos intencionales.
Experimentos con animales, predominantemente con ratas, han indicado desde entonces que tres partes adyacentes del tronco cerebral comprenden un "simulador neurológico de realidad" que da origen a una forma fundamental de conciencia, asevera Merker.
Junto al tope del cerebro medio, que representa el techo del tronco cerebral, capas de células interpretan el trazado espacial de los alrededores de un animal, en relación a su cuerpo. Justo debajo, un parche de tejido gris influye en las conductas relacionadas con las emociones, tales como la agresión, sexo, maniobras defensivas, y reacciones de dolor.
Más abajo el tronco cerebral hay regiones interconectadas que regulan la dirección de la mirada y organiza las decisiones acerca de lo siguiente a hacer, tales como alcanzar un pedazo de comida o seguir a una pareja potencial.
Juntas, estas estructuras rodean el tejido del tronco cerebral que conecta a las áreas sensorias a través de la corteza.
Merker propone que, en criaturas con tronco cerebral pero poca corteza, el simulador neurológico de realidad produce un mapa de dos dimensiones, similar a una pantalla, del mundo, con formas móviles. Una larga porción cortical sostiene el simulador neuronal de realidad, creando la habilidad de percibir un mundo de tres dimensiones, compuesto de objetos sólidos. La expansión neural también permite a las personas a reflexionar acerca de lo que ellos piensan y sienten.
En apoyo de su teoría, Merker cita estudios realizados en los últimos 40 años, en los cuales ratas y gatos mostraron relativamente pocos problemas de conducta luego de la remoción quirúrgica del córtex, tanto en la infancia como en la adultez. Estos animales privados de córtex utilizaron la visión y el tacto para orientarse en sus alrededores, aprendieron dónde encontrar comida en laberintos, y permanecieron capaces de estar parados, trepar, acicalarse, formar pareja, y cuidar de sus crías.
Merker también cita un fenómeno inusual conocido como “efecto Sprague”. La completa remoción de la corteza visual en un lado del cerebro, incapacita a los animales a ver nada en la mitad del campo visual opuesto al sitio de la cirugía. Pero un pequeño corte en el cerebro medio restaura la habilidad del animal para detectar y aproximarse a entidades móviles, aún si no pueden distinguir un objeto de otro.
El efecto Sprague subraya la influencia visual del tronco cerebral, argumenta Merker. La remoción de la corteza visual descarrila la actividad del tronco cerebral, vía numerosos eslabones neurológicos, hacia las células espaciales del cerebro medio, que súbitamente carecen de estímulos significativos. Un corte bien colocado en el cerebro medio detiene la actividad de algunas de esas conexiones caprichosas, permitiendo un retorno parcial de la visión, según su punto de vista.
Cualquier entidad equivalente a un simulador neuronal de realidad, "si estuviera en un medio neuronal o eventualmente en silicio," podría experimentar conciencia, teoriza Merker.
División Cortical
De 27 comentarios realizados por investigadores de la mente y el cerebro, publicados con el artículo de Merker, casi la mitad concuerdan que las funciones interiores de la conciencia residen en el tronco cerebral.
"Las raíces de la conciencia existen en los territorios antiguos neurológicos que compartimos con todos los vertebrados," dice el neurocientífico Jaak Panksepp de la Universidad del Estado de Washington, en Pullman. "Por el peso de la evidencia empírica, todos los mamíferos son seres sentientes."
En su propia investigación, Panksepp estudia la habilidad de los animales de experimentar estados mentales o sentimientos basados biológicamente, que van desde el hambre y la sed hasta el placer o aflicción emocionales. Por ejemplo, Panksepp y un colaborador reportaron en una controversial presentación en 2003 que las ratas expresan "alegría" mientras juegan con otras ratas, utilizando sonidos ultrasónicos que representan una forma ancestral de risa.
El psicólogo Caroll Izard de la Universidad de Delaware en Newark, enfatiza que esta forma de conciencia primaria, como Merker lo llamaría, o "efecto primario" como Panksepp determina a la conciencia de las ratas, consiste de actividad sensoria en el tronco cerebral. Esta capacidad genera emociones y conciencia de los alrededores, pero no la habilidad de hablar sobre lo que uno ha experimentado, continúa Izard. De la misma manera, las personas pueden llegar a ser concientes de un sentimiento que ellos no pueden etiquetar o describir, un fenómeno que es especialmente común en los infantes saludables y en niños que carecen de córtex, dice Izard.
La existencia de una conciencia primaria desafía a las presunciones ampliamente difundidas entre los médicos de que los recién nacidos y fetos no pueden sentir dolor, añade el neurólogo pediátrico K.J.S. Anand, de la Universidad de Arkansas para las Ciencias Médicas, en Little Rock. La evidencia sugiere actualmente que los cerebros maduros e inmaduros utilizan diferentes sistemas para procesar el dolor, dice Anand.
El tronco cerebral y el tálamo, una estación de relevo para las sensaciones justo arriba del tronco cerebral, recogen las respuestas de dolor en los bebés antes y después del nacimiento, asevera. El córtex se encarga de la percepción del dolor a medida que se expande grandemente durante la niñez y la adolescencia, hipotiza Anand.
Otros investigadores critican a Merker por negar a la corteza su posición tradicional como el ingenio cerebral de la conciencia. Aún si existe una forma básica de conciencia, ellos lo consideran al menos como un producto parcial de la corteza, no al tronco cerebral, tal como sostiene Merker.
El pensamiento conciente probablemente se sostiene en el funcionamiento de áreas cerebrales conectadas dentro y afuera del córtex, argumentan Susanne Watkins y Geraint Rees, neurocientíficos en la University College London. "Parece improbable que una actividad en cualquier lugar específico del cerebro humano sea suficiente para la conciencia," escriben.
Los niños con hidranencefalia estudiados por Merker poseen remanentes de tejido cortical que podrían haber producido estados de conciencia, sugieren los investigadores.
Otros comentarios, incluyendo los del filósofo Gualtiero Piccinini de la Universidad de Missouri, en St. Louis, citan evidencia anterior de que el córtex en sí mismo regula la conciencia visual. Siguiendo a un daño en la corteza visual, ciertos pacientes reportan ausencia de habilidad conciente para ver en un lado de su campo visual, pero aún perciben inconscientemente la identidad y la localización de objetos en el mismo campo visual. Los científicos llaman a este fenómeno "visión ciega."
El paciente con visión ciega más extensivamente estudiado ha sido frecuentemente reportado como siendo conciente de "algo" en su campo visual ciego, anota Merker. Este hombre retiene una conciencia visual primaria de sus alrededores, pero no puede describir qué es lo que ve en palabras, argumenta el investigador sueco.
Niños reclamados
En un reporte de 1999, D. Alan Shewmon, un neurólogo pediatra de la Universidad de California, Los Angeles Medical Center, y sus colegas, describieron observaciones caseras de tres niños, de edades entre 6 a 17, que habían nacido con hidranencefalia y fueron criados por afectivos y atentos padres Cada niño mostró signos comparables a una actividad mental conciente, reportaron los investigadores.
Por ejemplo, poco después de nacer, el escaneo cerebral de una niña recién nacida reveló una falta casi total de tejido cortical. Los médicos le dijeron a la madre que la niña no viviría más de 2 años como un "vegetal." Un neurólogo concluyó que el cerebro de la niña era "como el de un reptil" y que ella nunca podría interactuar con otras personas.
Shewmon visitó por primera vez a la niña a la edad de 5 años, observando su comportamiento en la casa. A pesar de la dificultad en sentarse o caminar sin ayuda, ella exhibió una excelente salud. Ella sonrió en respuesta a los saludos amistosos de Shewmon, e inmediatamente miró a los objetos que llevaron cerca de ella. En una sesión grabada en video con su madre, la niña exclamó "ah-ah" cuando fue animada a decir "mamá."
Ella se alegró al escuchar músicas alegres, pero a menudo lloraba con las músicas tristes. Gozó con la estimulación sensoria de la conducción de autitos, gritando en las detenciones y calmándose cuando el movimiento continuaba. No le gustaban los ruidos fuertes de las aspiradoras y secadores de pelo. Demostró comprender unas pocas palabras, incluyendo "Conejo Bunny" para uno de sus juguetes.
"Si estos niños hubieran sido mantenidos en instituciones o tratados como "vegetales," habría poca duda que ellos se hubieran vuelto exactamente como se predijo," dijo Shewmon.
Luego de hacer sus propias observaciones de niños con hidranencefalia y sus familias, Merker complementó ese punto. Notó que los niños bien tratados nacidos con poco o ningún córtex, regularmente mostraban breves pérdidas de conciencia debido a la epilepsia ausente, un signo claro de que en otros momentos ellos están concientes.
Los padres describieron a Merker esos lapsos de conciencia en sus niños con frases tales como: "ella está hablando con los ángeles."
Más intrigantemente, quizás, los niños con hidranencefalia demostraron que el tronco cerebral no es simplemente una reliquia reptil atesorada en la base del cerebro. "El tronco cerebral humano es específicamente humano," dice Merker. "Estos niños sonríen y ríen de un modo específicamente humano, que es diferente de nuestros parientes cercanos entre los monos."
Por ahora, el rompecabezas de la conciencia permanece irresuelto. Pero los investigadores corticalmente dotados pueden tener mucho que aprender de los chicos privados de corteza.
Fuente: sciencenews.org
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